TENIS

DESCRIPCIÓN DE LA ACTIVIDAD:

El tenis es un deporte para toda la vida, que puede practicarlo desde un niño de 4 años hasta un adulto de
avanzada edad. No hay muchos deportes de los que se pueda decir lo mismo. Desde el punto de vista de la
Medicina Deportiva, se trata de uno de los ejercicios más recomendables, debido a que mejora la
resistencia física, pero, a la vez, potencia otras cualidades más explosivas como la fuerza o la
velocidad. Cabe destacar, puesto que puede ser practicado, como ya se ha dicho, por niños muy pequeños,
que es un deporte muy completo en el desarrollo de habilidades motoras (coordinación, equilibrio,
velocidad, agilidad, fuerza, resistencia,…), psicológicas, sociales e intelectuales. Favorece, especialmente,
la coordinación mano – ojo. Por otro lado, el aprendizaje de este deporte en un clima de diversión ayuda al
desarrollo de hábitos sociales de convivencia, a la confianza y a la seguridad en sí mismo.

 

OBJETIVOS:

Al ser una actividad complementaria en la formación de nuestros hijos, se contemplan la consecución de objetivos que no son específicamente deportivos, entre otros, cabe señalar como más importantes:

• Respetar a los compañeros de juego, sean cuales sean sus cualidades físicas, psicológicas y de nivel de juego.
• Adquirir y reforzar hábitos relacionados con el orden, la constancia y la tolerancia.
• Conocer y valorar las propias posibilidades y limitaciones, y cómo van cambiando a lo largo del aprendizaje.
• Aceptar los propios errores y asumirlos como punto de partida para esforzarse y superar los momentos difíciles.

En el planteamiento de la actividad, el aspecto lúdico primará sobre el técnico, sobre todo en los primeros niveles de aprendizaje. Los fundamentos técnicos irán ocupando progresivamente más tiempo en el desarrollo de las clases, pero dando siempre mucha importancia a que el niño disfrute con este deporte.
También habrá tiempo para la competición, pero sólo el suficiente para que el alumno tenga un “plus” de motivación, sin que vaya en detrimento del aprendizaje y de la práctica deportiva, apoyada en juegos que le diviertan. Aunque la competición puede servir de estímulo, el niño no la necesita para saber que
progresa y que tiene éxito, aparte de evitar situaciones tempranas de presión y posibles frustraciones.